Errores que cometí al expatriarme en Francia
Nota: el texto a continuación narra mi propia experiencia. Mis opiniones pueden estar sesgadas de acuerdo a mis vivencias personales.
Hay una palabra dentro del título que decidí a usar por primera vez desde que me fui de Venezuela. Siempre que hablo de mi partida, hablo de migración, o de proceso migratorio. Nunca me había aventurado a utilizar el verbo expatriar, ni siquiera sabía que existía. La primera vez que lo escuché fue en la boca de un francés. Desde ese momento me pregunté a mí misma: ¿por qué él habla de expatriarse, y no de migrar ?
Se me llenó la cabeza de dudas. Ya había escuchado la palabra exilio, que siempre he asociado con los de perseguidos políticos. Pero, ¿expatriarse? ¿Qué quiere decir?
Bueno, para escribir estas líneas, busqué en el DRAE el significado de tres palabras: migrar, emigrar y expatriar. Dejaré las definiciones como preámbulo para este post, y me aventuraré a hablar de expatriación y no de migración, para darle otro color a las frases de hoy.
Preámbulo
migrar
Del lat. migrāre.
1. intr. Trasladarse desde el lugar en que se habita a otro diferente.
Sin.: emigrar, inmigrar, mudar
emigrar
Del lat. emigrāre.
1. intr. Dicho de una persona: Abandonar su propio país para establecerse en otro extranjero.
Sin.: migrar, expatriarse, desterrarse, transmigrar, partir, desplazarse, irse, marchar, ausentarse.
2. intr. Dicho de una persona: Abandonar la residencia habitual en busca de mejores medios de vida dentro de su propio país.
Sin.: migrar, desplazarse, partir, marchar, irse, ausentarse.
3. intr. Dicho de algunas especies animales o vegetales: Cambiar de lugar por exigencias de la estación, de la alimentación o de la reproducción.
Sin.: migrar.
expatriar
De _ex-_1 y patria.
Conjug. c. anunciar o c. enviar.
1. tr. Hacer salir de la patria.
Sin.: exiliar, desterrar, deportar, expulsar
Ant.: repatriar
2. prnl. Abandonar la patria.
Sin.: emigrar, desterrarse, exiliarse
Ant.: repatriarse
Expatriarse. Poco importan las razones, siempre será una tarea difícil. Aunque instalarse en otro país sea doloroso, el crecimiento personal que conlleva es enorme. Mi visión del mundo se amplió, adquirí nuevas maneras de pensar, me apropié de nuevas culturas, identifiqué las riquezas del lugar donde nací.
Han pasado ocho años desde la primera vez que pisé suelo francés. Poco sabía la Génesis veinteañera de lo que le esperaba. Quiero compartir los errores que he cometido hasta hoy, para que sean como faros que iluminen tu camino.
Falta de investigación
Yo decidí venirme a Francia porque aproveché los convenios entre la Facultad de Arquitectura y Urbanismo (UCV*) y la ENSA** Paris - Val de Seine. En mi caso, ya había un punto de partida: hacer un semestre de intercambio en primavera, de febrero a julio. Lo único que yo tenía que hacer era sacar buenas notas en todas las materias para aumentar mi promedio y ser eligible como candidata.
Para ese entonces, sacar buenas notas ya era una tarea de suficiente envergadura, puesto que la unidad docente en la que yo estudiaba era bastante exigente, y las mejores notas rondaban los 16 sobre 20, y mis notas andaban entre los 12/20 o 14/20. La subjetividad de la arquitectura, y mi inmadurez de aquella época no me permitían ver con lucidez las habilidades necesarias para entender cómo resolver mis proyectos. Pero eso es harina de otro costal, haré un esfuerzo por no desviarme.
Lo que quiero decir con todo esto es que yo ya tenía una base sobre la cual apoyarme, ya había una "excusa" válida para venir a Francia. Al venir como estudiante, ya beneficiaba de una residencia estudiantil cerca de la escuela de arquitectura donde iba a estudiar en París, etc. Sin embargo, el primer error, y uno de los más importantes, fue la falta de investigación.
Si bien es cierto que yo indagué un poco en internet sobre la escuela a la que venía y la residencia estudiantil, mis investigaciones se quedaron cortas. Al encontrar la mayoría de la información en francés, me desmotivé rápido a seguir investigando porque me costaba un montón entender lo que leía. Sino, tenía que traducir los textos en Google Translator (para aquel entonces no existía Deepl) y era agotador. Hoy, al ver todo con perspectiva, diría que si mis investigaciones hubiesen sido más consecuentes, me hubiese preparado mejor para mi llegada.
Mi búsqueda de información se basó en preguntarle a las personas de mi entorno que ya habían visitado París su experiencia, que me dieran sus tips. Aunque el input que recibí fue muy valioso, creo que pude haber intentando ser un poco mas autónoma, y servirme mejor de internet. Me faltó chispa para buscar grupos en Facebook de personas venezolanas expatriadas en Francia. Buscar blogs de personas que cuenten su experiencia, que narraran sus detalles.
La información que me dieron las personas de mi entorno fue de gran ayuda, pero insuficiente. Nadie me preparó para el peso de la administración francesa: la seguridad social, las ventajas y los límites de mi visa de estudiante, la situación económica del país, los medios de transporte, la cultura francesa.
Francia no es solo croissants y baguettes
Ah, la cultura francesa. Cuanta ingenuidad se escondía detras de las crêpes y los vinos. Yo pensaba que los parisinos me iban a recibir como los venezolanos recibimos a los extranjeros en nuestro país. Nada que ver. Al llegar a París, el choque cultural fue brutal, sin anestesia. Recuerdo que lo primero que llamó mi atención al montarme en el metro, fue que las culturas están muy segmentadas. Me fascinaban las distintas maneras de vestirse, los distintos colores de piel. Fue así que empecé a darme cuenta de que en Venezuela estamos más mezclados de lo que creemos.
Esto no quiere decir que la cultura francesa sea mala y la cultura venezolana sea mejor. Son dos maneras de ver el mundo distintas. Ambas válidas, con sus ventajas y desventajas. Ahora me tocaba a mí escoger qué es lo que se acomoda a mí de cada cultura, y apropiarme de ello.
Falta de estrategia
En otras palabras: armar un plan realista que toma en cuenta los imprevistos. Antes de venirme a Francia, yo tenía en mente un plan muy rígido, que no aceptaba mayores cambios. Yo estaba convencida de que en menos de tres meses, iba a conseguir trabajo en un despacho de arquitectura que me iba a permitir reponer los ahorros que estaba utilizando para permitirme este viaje. Díganme si eso no es ingenuidad...
La falta de estrategia es un error que está muy relacionado con el primero, y te voy a decir por qué. Me faltó investigar la situación económica de Francia, el mercado laboral, las exigencias en términos de idioma. No tomé en cuenta lo difícil que iba a ser estudiar arquitectura en un idioma que apenas conocía para ese entonces. Luego de clases, yo llegaba a mi casa con unos dolores de cabeza que me mandaban directo a la cama. Era muy agotador expresarme en francés todo el día, todos los días. Cierto, yo tenía una base de aprendizaje de casi un año antes de venirme, pero nada se compara a vivir el idioma in situ. Yo no entendía nada, hablaba lentísimo, tartamudeaba mientras buscaba las palabras. Estudiar en francés fue una lección de humildad. Ahora que trabajo, sigue siendo una lección diaria.
Si quieres que te cuente cómo termina esta historia: durante los seis meses de intercambio, nunca conseguí un trabajo como estudiante de arquitectura. Al cabo de tres meses, comencé a desesperar porque necesitaba reponer un mínimo del dinero que había gastado, asi que decidí buscar trabajo en restaurantes. Mi primer trabajo en Francia fue en una pizzería, como repartidora de muestras de pizza para atrapar a potenciales clientes. Dicho de otra manera, yo estaba en la entrada del restaurante con una bandeja que contenía cuadritos de diferentes tipos de pizza. A cada persona que pasaba delante del restaurante, yo le decía: "bonjour monsieur/madame, voulez-vous goûter ?". Siempre me molestaba que me dijeran que no. Yo proponía pizzas durante tres horas diarias. Ya se imaginarán el cansancio.
La conclusión de este error es que sin una estrategia realista, el desgaste mental es mayor. Y para poder tomar decisiones informadas, es necesario recolectar la mayor información posible antes de llegar al lugar donde vas a expatriarte.
Falsas ilusiones (pensé que me iban a recibir con los brazos abiertos)
A este error también lo llamaría: tener expectativas muy altas.
Yo soy una persona alegre, llena de energía. A los franceses les gusta decir que soy pétillante. Tengo una tendencia a ser sociable, a interesarme por la vida de las personas. Me gusta demasiado una buena conversación.
Ahora imagínense a este personaje en París. Un cielo gris, lluvia, a veces viento, nubes. Personas apuradas y de mal humor en el metro. Personas respetuosas del espacio personal del otro. Un contexto ajeno para mí. Yo no sabía lo que significaba poner límites: yo a todo el mundo lo saludaba con un beso y un abrazo en Venezuela. Aquí con decir "Bonjour" al llegar a un lugar basta. Hay personas que ni los buenos días te dan. Y está bien.
Aquí aprendí lo que significa trazar límites claros. En la escuela de arquitectura, por ejemplo, hice equipo con personas que solo me hacían espacio en sus agendas para trabajar en los proyectos de la escuela. De resto, si te he visto no me acuerdo. Me costó mucho hacer amigos, conocer personas. Di mucho de mí.
La vida laboral fue una montaña rusa, me tomó tiempo entender las maneras de comunicarse en Francia. Trabajé en restaurantes, en oficinas de arquitectura. En ambos casos, había un roce evidente: yo trataba a mis superiores como a mis iguales. Para mí no habían barreras ni jerarquías, son conceptos con los que nunca crecí. En Venezuela tuve diversos empleos, trabajo desde que tengo 14 años. Nunca tuve malas experiencias, todo lo contrario. Había un rigor profesional que sabía manejar muy bien con la vida social laboral. En varios de mis trabajos en Venezuela se consideraba normal tomarnos unos tragos todos juntos (jefes y empleados) los viernes, e irnos a bailar salsa sin que eso afectara la calidad del trabajo dentro de la oficina. Pero bueno, esto lo hablo desde mi experiencia personal.
Ahora que tengo mas de tres años en un trabajo estable, los límites laborales en Francia son una evidencia. Así es como funcionan las cosas aquí, y me toca a mí hacer las paces con la cultura francesa en el trabajo. Hay jerarquías que debo respetar, límites en el lenguaje, en lo que decido compartir de mi vida personal. Hay mucho respeto hacia la privacidad de los demás. Y esto último me parece que está bien.
Las contradicciones que se generan dentro de mí, solo yo las puedo resolver. Aunque me tome años.
Falta de preparación al idioma
Siempre faltará una palabra. Las habilidades comunicativas que tenía al hablar español serán más difíciles de alcanzar en francés. Pero no por ello imposible.
Antes de venirme a Francia, estudié nueve meses en la Alianza Francesa. Esto me permitió tener una base gramatical del idioma, y preparó el terreno para todo lo que vino después. Sin embargo, no fue suficiente. En la Alianza Francesa, mis profesores hablaban de manera pausada, y repetían con paciencia las frases cuando los alumnos no entendíamos.
¿Qué me faltó?
Práctica auditiva. Creo que hubiese sido beneficioso practicar dictados antes de venirme a Francia, me hubiese ayudado a entrenar mejor el oído. El primer mes desde mi llegada a Francia fue difícil, muy difícil. No entendía nada. Sentía que habían agujeros, que no lograba atrapar todas las palabras para poder hacer frases coherentes en mi cabeza. Sin embargo, hubo un día en que mi cerebro se desbloqueó. Lo recuerdo con claridad, fue como hacer click con un mouse. Luego de un mes de frustraciones, empecé a entender mucho mejor, sin pedirle a las personas que me repitieran tres veces la misma frase. Se sintió como un momento de gloria.
Esto no quiere decir que ya todo estuviese resuelto. Pero entender de forma fluida era un paso gigante. Ya al menos contaba con una base, el siguiente paso era responder a lo que me decían sin tartamudear. Conseguir las palabras adecuadas era el reto a continuación. De hecho, lo sigue siendo.
Hoy en día, considero apuntarme en alguna asociación de lectura de textos e improvisación, creo que es una buena manera de dar un paso hacia una mejora notable de la comunicación en francés, como expatriada.
Expectativas laborales MUY altas
Innecesariamente altas. Esto se debe a los dos primeros errores: falta de investigación y falta de estrategia. Mi desconocimiento de la situación económica en Francia, así como del mercado laboral, trajo como consecuencia que yo idealizara mi capacidad de producir dinero durante los seis meses de intercambio.
La situación económica de Venezuela para el 2016 era catastrófica, con una hiperinflación que no me permitía vivir tranquila. Esto influyó en mi manera de pensar: Francia no puede ser peor que esto, es imposible. Y es verdad. Pero como yo nunca había vivido fuera de Venezuela, no sabía lo que significaba vivir en un país con una economía no inflacionista. Es verdad que la moneda de Francia es el euro, que es una moneda sólida. Pero hacer dinero en Francia es otra cosa muy distinta. Al menos en París, que fue a donde yo llegué.
Hay mucha competencia, muchas personas inteligentes, talentosas. El mercado laboral de la arquitectura no fue un mercado de fácil acceso para mí. En Venezuela era mas accesible trabajar en una oficina a medio tiempo mientras era estudiante de arquitectura. Aquí no es una práctica común, supongo que se debe a que existen las pasantías remuneradas (en aquella época la remuneración eran 500 EUR, con eso no pagaba ni el alquiler).
Para resumir: me faltó -segun yo- la investigación más importante, el mercado laboral de la arquitectura en París. Creo que si hubiese investigado más al respecto, hubiese podido proyectarme mejor y ser más realista en mi toma de decisiones.
¿Cómo lo haría todo de nuevo ?
Partir del lugar donde se habita es un salto al vacío, es arriesgado. Si lo tuviera que volver a hacer, tomaría ese riesgo con cautela, y tomaría en cuenta lo siguiente:
- Definir un "colchon económico" para sobrevivir los primeros tres meses mientras voy estabilizando cada aspecto de mi vida.
- Investigar la situación económica del país al que voy, de la ciudad donde voy a vivir. Revisar cuál es el lugar de mi profesión dentro del mercado laboral, cuáles son las ventajas y las dificultades que podría encontrar.
- Si voy a un país donde no sé hablar la lengua nativa, me tomaría en serio la preparación lingüística, para no llegar tan perdida.
- Ser abierta a la cultura que me va a recibir, sin perder mi esencia. Buscar la manera de conectar con mis orígenes de vez en cuando, así como también asimilar la cultura que me recibe. De todo se aprende.
- Vivir con calma cada parte del proceso de expatriación. Sin apuros ni angustias.
Buena suerte con tu proceso. Sea cual sea el viaje que tengas en mente, prepararte con antelación te ayudará a tomar decisiones informadas. Y si te equivocas (que seguro va a pasar), sera parte de tu aprendizaje.
¡Buen viaje!
*Universidad Central de Venezuela
**Ecole Nationale supérieure d'Architecture Paris Val de Seine