Cómo la expatriación enriquece tu carrera profesional - parte 2

En el post anterior decidí hablar sobre los aportes de la expatriación a mi carrera profesional, y a la de todas aquellas personas que han decidido partir de su patria para comenzar desde cero en otro país. Creo que migrar construye un montón de habilidades blandas. La clave esta en saber cómo cuantificarlas, para saber venderlas cuando redactas tu CV.

Para saber como cuantificar los beneficios de la expatriación, es necesario tomar distancia, y sentarse a hacer introspección sobre ti misma. Mirar hacia dentro es un medio eficaz para comprenderse a uno mismo, y entender sus propios patrones de comportamiento. En todo caso, este post no es una sesión de terapia psicológica, sino una lista de aprendizajes concretos que he obtenido desde que decidí partir de Venezuela hace 6 años.

No tener miedo al error

Que levante la mano todo aquel que ha tenido miedo de equivocarse llenando formularios de trámites migratorios 🙋🏻‍♀️

La angustia no se siente tanto al momento de llenar los papeles, sino luego de enviarlos a la prefectura. Ese tiempo de espera para que te den una respuesta... He sentido una angustia tremenda, pensando en que si me equivoco, mis procesos migratorios van a retrasarse. O que si me equivoco, voy a tener que volver a pagar un trámite porque uno de los documentos no tenía la información correcta.

Ambos ejemplos me han sucedido. Y bueno, sigo viva, sana y salva 😄creo que es normal ponerle un peso excesivo a los trámites administrativos, porque cuando vives en un país que no es el tuyo, no hay nada que te dé más tranquilidad que tu tarjeta de residencia vigente. ¿Por qué? Bueno, porque la tarjeta de residencia al día le abre las puertas al resto de los trámites de una vida de adulto decente: cuenta bancaria, alquiler, electricidad, internet, transporte, empleo, etc etc etc.

Hoy me digo a mí misma que, si he podido con el estrés de gestionar mi estatus migratorio en Francia, tengo la fuerza para enviar un correo a ese colega de trabajo con personalidad difícil. Trato de relativizar un poco entre mis problemas de emigrante y mis problemas laborales. Dicho de otra manera: mantener en orden el estatus migratorio es TAN demandante, que luego en las situaciones laborales, puedo mantener la calma y decirme a mí misma que todo tiene solución. Nada nunca es demasiado grave.

Abrazar el cambio

Expatriarse es sentir que te cambian las reglas del juego a medida que te vas adaptando. A medida que vas ganando solidez, desbloqueas un nuevo escalafón de adultez. Una vez que entiendes como funciona la vida de estudiante, te gradúas y ahora te toca entender cómo funciona la vida de trabajador. Cada estatus tiene sus particularidades en términos administrativos, así como también responsabilidades diferentes.

A medida que empiezas a entender cómo funciona el transporte público de una ciudad, este se va complejizando más y más. En París, algunas líneas del metro han evolucionado desde que yo llegué. Por ejemplo, la línea de metro 14 ha sido alargada dos veces hacia ambas direcciones. Las suscripciones de transporte también han evolucionado, proponiendo un catálogo de opciones más diverso. Esto no es algo malo, todo lo contrario. Pero viniendo de Venezuela, donde los avances de la línea del metro de Caracas están estancados desde hace décadas, sí representa para mí un choque ver cómo las construcciones avanzan y avanzan.

Esto hace que me informe sobre la actualidad del transporte público con periodicidad. También hace que tome un rol activo en la búsqueda de información: el sistema de transporte público en París está muy bien organizado (con todos los defectos que pueda tener) y el que busca, encuentra. Me toca a mí hacer mi parte y no quedarme sentada con los brazos cruzados esperando que la información llegue a mí.

Todos estos cambios constantes le agregan una carga suplementaria a mi estado mental. Y solo estoy citando un ejemplo: el sistema de transporte público parisino. A esto hay que agregarle los demas aspectos de la vida de adulto, pero dejémoslo aquí por hoy.

Así como abrazo el cambio constante de la línea de metro 14, acepto también los cambios inesperados en el trabajo. Si tienes tiempo trabajando para una empresa, o has tenido diversos cargos en empresas diferentes, puedes constatar que una empresa es como un ente con vida propia: los objetivos cambian, los equipos fluctúan, los colaboradores llegan y se van, los proyectos se culminan para empezar proyectos nuevos. A veces los proyectos se abandonan a mitad de camino, y todo eso forma parte de la vida de una empresa. El cambio es la única constante.

Creo que adaptarse a nuevos sistemas que cambian constantemente, te permiten prepararte para los cambios inesperados de la vida laboral. Lo importante es hacer consciente lo inconcsciente.

No más miedo a comenzar desde cero

Si hace 10 años alguien me hubiese dicho que hoy iba a estar trabajando como ingeniero en informática en un grupo bancario francés, me hubiese reído en su cara. Mientras estudiaba arquitectura, yo me imaginé haciendo de todo luego de mis estudios: trabajar en oficinas de arquitectura en Venezuela, trabajar en oficinas de arquitectura en Francia, estudiar un máster en Francia, emprender una marca de ropa, emprender una marca de joyas, crear un blog de arquitectura, abrir una floristería, abrir un café... Jamás se me pasó por lo cabeza que iba a disfrutar tanto estar frente a una computadora resolviendo problemas de otras computadoras. Aun así, a eso es a lo que me dedico hoy.

Pero para llegar a donde estoy hoy, pasé por mucho ensayo y error. Crear un blog de arquitectura (ese proyecto si lo llevé a cabo) me hizo darme cuenta de que me gustaba la innovación. Y así poco a poco fui construyendo la carrera rica y diversa que tengo hoy.

¿Cuántas veces comencé desde cero? Perdí la cuenta. Pero empezar de cero una y otra vez, forjó la vida que tengo hoy. Ojo, esto no quiere decir que los aprendizajes anteriores no aportaron nada a cada nueva experiencia. Cuando hablo de comenzar desde cero, me refiero al hecho de aprender cosas nuevas que no son intuitivas, o donde no tienes habilidades conexas a las que ya has aprendido. Por ejemplo, estudiar informática no tiene nada que ver con mi pasado de arquitecta. Sin embargo, ambos oficios se complementan muy bien, y hacen que tenga un perfil profesional diverso y completo. Esto me permite abordar los problemas desde distintos puntos de vista.

Empezar desde cero permite hacer una pausa, hacer un bilán y poner tu carrera en perspectiva para saber dónde estás parada hoy, y hacia dónde quieres ir mañana.

¿Tú, cuántas veces has tenido que comenzar desde cero ?

Construir una nueva red profesional

Al irte de tu país, dejas atrás tu red de apoyo: madre, padre, familiares, amigos, colegas. Creo que no me di cuenta del peso de mi decisión hasta que me vi sola en Francia. El primer choque fue darme cuenta de que no sabía cómo funcionaban las cosas en este país. Desde afuera Francia se ve lindo porque todo parece croissants y camembert, pero cuando te instalas en París, te das cuenta de todas las capas que existen por debajo del cliché parisino. Hay una complejidad que no se ve a simple vista. Rápidamente entiendes que París es mas compleja que la foto en la Torre Eiffel.

Hablaré de París porque es la ciudad que mejor conozco. Es la capital del país, y es una gran gran gran metrópolis. París es una ciudad importante no solo a nivel europeo, sino a nivel internacional; es una ciudad que tiene mucha visibilidad, muy buen marketing. Tengo una amiga que dice que París es un espejismo, y muchas veces creo que tiene razón. La ciudad que visitas cuando vienes de vacaciones no se siente igual que la ciudad que vives cuando te decides instalar en Francia.

Al ser una metrópolis tan imponente, París se presta para ser una ciudad rica, diversa, dinámica. Es una ciudad multicultural, donde millones de personan viven y trabajan y hacen su día a día en la ciudad de la luz. En París hay de todo: franceses, indios, italianos, venezolanos, colombianos, peruanos, marroquíes, argelinos, tunecinos, vietnamitas, japoneses, estadounidenses, y para tú de contar.

Pero al haber tantas comunidades reunidas en un mismo espacio geográfico, rápidamente te das cuenta de la inmensidad de la soledad. La ciudad es tan grande que para visitar a alguien, te toma en promedio 45 minutos a 1 hora (si tienes suerte). Lo mismo pasa cuando quieres salir de noche, o durante el fin de semana. Las distancias son importantes, y toma tiempo alimentar las relaciones.

Esto hace que crear un red profesional se vuelva complicado. Porque además de tus colegas de trabajo, participar en eventos de networking puede significar tener que atravesar París de un extremo a otro para poder intercambiar ideas con personas que tienen ideales parecidos a los tuyos.

Es por ello que creo que expatriarse hace que entiendas la importancia de las relaciones personales. De lo duro que es construir relaciones de calidad; en este caso, hablo del ámbito laboral. Porque si abro el portal de la dificultad de hacer amistades, amanecemos llorando todos.

Creo que expatriarme me ha ensenado a valorer mis relaciones laborales, y a nutrirlas en la medida de mis posibilidades. No creo que lo haga bien todo el tiempo, pero digamos que intento hacerlo lo mejor que puedo. Construir una nueva red profesional exige energía, tiempo y dinero. Pero sobre todo, pide una cualidad que es el aporte a continuacion :

Paciencia

Un abrazo a todas las personas que saben esperar. Que no desesperan, que mantienen la calma. Son mis ídolos y cuando sea grande quiero ser como ustedes.

Expatriarse es entender que los procesos toman tiempo. Que lo que fácil viene, fácil se va. La solidez no se construye de la noche a la mañana. Pero cuando llegas a un nuevo país, tú quieres que todos los procesos administrativos se resuelvan en un abrir y cerrar de ojos: comenzando por encontrar un trabajo. La mejor manera de conseguir el empleo que resuena con la vida que quieres tener es postular sin desesperar. Aceptar el rechazo de la gente de recursos humanos, y decirte a ti misma que cada rechazo te acerca más al empleo que esta alineado contigo.

Dicho esto, creo que es importante que la búsqueda de empleo sea tan estratégica como la partida de tu país. Investigar cada empresa antes de postular a cada empleo que te aparece en la plataforma de búsqueda online. A veces el desespero le gana a la sensatez, y pierdes tiempo en el proceso.

Emigrar es sentarte contigo misma, con todos tus esfuerzos, y esperar.

Anticipación y planificación

Sobre este tema ya he hablado en posts anteriores, como este. Cuando decides expatriarte con sensatez, eres precavida. Organizas, te informas, planificas. Aceptas los tiempos, las dificultades, los imprevistos. Todo esto le aporta calma a tu sistema nervioso para vivir una migracion con serenidad y lucidez.

Esto también aplica en el ámbito laboral. Si desarrollas la capacidad de anticipar problemas y de planificar tu expatriación, eres capaz de aplicar los mismos principios a tu vida laboral. Un empleado que anticipa y que es proactivo, aporta valor a la empresa. Ya lo he analizado en este post.

Si eres dueña de tu tiempo y sabes priorizar tus trámites personales, eres capaz de transmitir las mismas capacidades en el ámbito laboral.

Afrontar lo desconocido

No hay nada más duro que llegar a un nuevo país, y no saber por dónde empezar. Cuál problema atacar. Cuál ruta seguir.

Mudarme a Francia me ayudó a decir con naturalidad 2 palabras que yo evitaba pronunciar a toda costa: "no sé".

Aceptar que no lo sé todo. Que muchas veces ni siquiera sé lo que estoy haciendo. Que estoy comprando en el supermercado una verdura que jamás había visto en Venezuela. Antes, yo ponía sobre mis hombros el peso innecesario de querer tener siempre una respuesta: de tener una opinión, de saber qué decir.

Expatriándome aprendí que puedo decir "no sé", y que está bien no saber. Decir "no sé" me hizo aprender que todos tenemos nuestros límites, y que expandirlos no es imposible, pero requiere tiempo o dinero. De esta manera, cuando no sabía qué era lo que tenía que hacer para renovar mi tarjeta de residencia, me conectaba a mi computadora para preguntarle a Google qué es lo que tengo que hacer. Otra posibilidad era pedir cita con un abogado para que me ahorre el tiempo de búsqueda, disminuir mi curva de aprendizaje pero en consecuencia, invertir dinero por el conocimiento que un abogado me aporta.

No saber algo tengo que compensarlo de alguna manera: aprender lo que no sé hacer, y responsabilizarme por el tiempo que me va a tomar adquirir nuevas habilidades; o pagarle a alguien más para que me acorte el camino de aprendizaje, y por ende, me ayude a ahorrar tiempo. Siempre hay un trade-off. La decisión a tomar dependerá de los recursos que tengas a tu disposición.

Ejercitar esta habilidad te permite más adelante aceptar con naturalidad en tu empleo cuando no sabes hacer algo, o cuando no sabes cual es la raíz de un problema que estás intentando resolver. Al principio puede parecer angustiante, pero con el tiempo te das cuenta de que tienes derecho a no saberlo todo, y a construir tu conocimiento en el camino. Lo que nos lleva al ultimo aporte -hasta ahora- de la expatriación en tu carrera profesional:

Humildad

Perdí la cuenta de todas las veces que me dije a mí misma: esta presentación la hubiese dominado mil veces mejor en español. Otra frase que me encuentro diciéndome a mí misma: en español soy más elocuente, más ocurrente... En español me siento más a gusto con la improvisación.

Sí, puede que sea verdad. En español hay estructuras de pensamiento que se construyen más rápido. Pero esto no opaca el progreso que he ganado al comunicarme en francés. Es difícil lidiar con los comentarios inocentes pero impertinentes: de dónde viene tu acento, ay pero tu hablas muy bien francés... Pero me gusta ver estos comentarios como ladrillos que construyen el edificio donde me refugio.

Está bien tener un acento, está bien no conocer todas las expresiones familiares, está bien que me falten palabras para expresar con precisión lo que pienso, lo que siento. Aprender un idioma es también aprender una cultura, y eso toma años.

Estas dificultades me han permitido desarrollar otras habilidades: hoy, cuando tengo presentaciones importantes en el trabajo donde necesito que mi mensaje llegue con claridad al espectador, preparo con antelación lo que voy a decir. Así anticipo las lagunas de conocimiento. Por otra parte, he desarrollado una comunicación directa y frontal: al faltarme vocabulario para embellecer las frases, prefiero ir directo al grano al expresar mis necesidades, para así evitar malentendidos relacionados a mi pronunciación. En el trabajo, cada malentendido representa pérdida de tiempo y dinero. Así que soy minuciosa con mi comunicación.

En conclusión, expatriarse expande la humildad. Un colaborador humilde es un colaborador empático. Paciente. Sereno.

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